miércoles, 17 de diciembre de 2014

Jabón y crema natural de ginkgo biloba




El ginkgo biloba es un árbol de gran interés ornamental por la curiosa morfología de sus hojas y a la vez muy atractivo en medicina y cosmética. Sus semillas se utilizan por sus propiedades vasodilatadoras ejerciendo un efecto relajante sobre los vasos haciéndolos elásticos. Maravilloso antioxidante. Si alguna vez os encontráis con alguno acariciad su tronco, está templado en pleno invierno. Darwin lo llamó fósil viviente, se le considera la especie superior viva más antigua del planeta. 
Os voy a contar su historia.

Tiene muchos nombres pero el que mejor le define es el de “Hosen-Ji, el portador de la esperanza”.
Hosen-Ji, junto a otros tres ejemplares más de esta especie, fue el único árbol que quedó en pie tras la explosión nuclear de Hiroshima.
No fue suerte ni casualidad. Sobrevivió por su singular biología. Es un fósil viviente que coexistió con los dinosaurios. Evolucionó en un tiempo en el que la atmósfera terrestre poseía una configuración diferente a la actual, se encontraba fuertemente oxigenada. Razón por la que esta especie tiene una alta tolerancia a la oxidación. El mismo tipo de oxidación celular que acabó con todos los tejidos vivos de los seres que se encontraban en el epicentro de la explosión. (Después del desastre, científicos comenzaron a estudiar sus propiedades curativas. Aunque ya, desde 1100 d.C., los monjes budistas lo cultivaban para este fin).
Hoy sigue en pie, en el mismo lugar, lo dejaron allí y construyeron un templo ajustándolo a su alrededor, para protegerlo. En su corteza se han grabado rezos y plegarias por la paz.
¡Qué hermosa es la naturaleza!





Feliz Navidad


martes, 2 de diciembre de 2014

Jabones naturales con frutas deshidratadas: membrillo y naranja


Los jabones llevan un macerado de frutas deshidratadas (membrillo y naranja) en aceite de oliva, además de argán, coco, cera de abeja, miel y extracto de rosas y pomelo.

El corte de este jabón fue extra suave. Cuando utilizo aceite de manzana o membrillo he observado que la textura de las pastillas es mucho más agradable al tacto, las caras son lisas y parejas. Sin embargo con las infusiones de estas frutas no me queda igual, casi que prefiero los macerados, bueno... no sé, en el mundo de los jabones nada hay que descartar, son impredecibles.

Recordaros las propiedades de estas frutas:


"Los cítricos hacen cremas y jabones con alto contenido en tónicos para refrescar la piel. El membrillo, al igual que la manzana, la hidrata y suaviza. Su semilla contiene mucílago, fibra natural gelatinosa que regula los mecanismos de transporte de agua al convertirla en gel, reteniendo mejor la humedad, valioso aporte para cualquier producto cuya función sea la de hidratar. También es antiséptico".





Bálsamo labial con aceites de membrillo y naranja, ricino, cera de abeja y lanolina


jueves, 20 de noviembre de 2014

Jabón de miel de lavanda


Algo que he aprendido cuando tienes que sacar un nuevo jabón y estás sin ideas es a no dar vueltas a la cabeza y a no forzar la imaginación. Es mejor esperarlas y si no vienen, repito diseño aunque me disguste.

Pero una mañana te envían la foto de una mamá, bueno casi mamá porque le queda nada para conocer a su bebé, preciosa. Ese día por la tarde llama a la puerta un vecino del pueblo, apicultor, con unos frascos de miel que me había aconsejado probar. Miel de lavanda y ecológica. Cuando la probé, exquisita, ya tenía todas las pistas para el nuevo jabón. Ah, y las últimas rosas del jardín.


Agua de rosas y jara, cera de abeja, miel de lavanda, aceites de jojoba, coco y oliva macerado con rosas hacen este jabón y crema. Y es que no se me ocurre nada mejor para relajar a la mamá que aún tiene que acunar a su bebe desde su pancita.






jueves, 30 de octubre de 2014

Jabón natural de aceite de tilo

Cuento de otoño
A los espíritus de la naturaleza




En una  tarde otoñal, allá, en el estrecho, profundo y hermoso valle del río Ungría, sobre una añeja piedra, cubierta de musgo y liquen, una joven alcarreña en sus aguas lágrimas vertía; en él se miraba y remiraba, pero este, nunca reflejó de ella, un rostro hermoso y limpio.
Ningún jilguero envió sus trinos a aquella zagala. Ni la lavanda, ni el romero, ni flor alguna adornaron ni aromaron sus cabellos.
Clamó al cielo.
Pidió a los ángeles, hadas, brujas, duendes y elfos un poquito de hermosura, y cuando más grande era su lamento, una brisa de aire fresco besó su cara.
Se restregó sus ojos y ante ella surgió de las escasas pero claras aguas del rio ¡una Ondina!, que ataviada con transparentes y ligeras gasas lucía un cuerpo de mujer de inigualable belleza.
Acercándose sonriente a la joven, le dijo:
-He oído tu lamento y tus plegarias, he visto la tristeza en tu corazón y entendido tu deseo.
Quiero ayudarte, pero has de elegir entre la belleza o el amor. ¿Que deseas?-
La joven no lo dudó, eligió la belleza.
La Ondina le indicó entonces: -dirígete a aquel claro del bosque donde unas llamaradas lo iluminan, verás unas lindas muchachas danzando alrededor del fuego, elige la que más te guste, acompáñala en su danza y obtendrás tu deseo-
La Ondina desapareció. La joven atónita y excitada corrió hacia la hoguera.
¡Que espectáculo!
Cinco bellas y sensuales jóvenes, a cual más hermosa, danzaban desnudas alrededor de un fuego que no desprendía calor, parecía no arder pero iluminaba como el Sol.
Ella, fascinada las observaba dudando a quien escoger, decidida, se lanzó a bailar con la que creyó más bella, y en el frenesí de la danza rodó por los suelos. Cuando se incorporó, se encontró desnuda y sola en aquel claro.
Todavía aturdida, pudo ver amanecer y cómo la luz del Sol acariciando su cara, despertaba todos sus sentidos.
Corrió y corrió hacia el río muy excitada y cuando a él llegó, arrodillándose lo usó cual espejo. 
Vio a una hermosa joven, de cabellos de siena, mirada de miel, jugosa boca, piel tersa y suave; desbordante y exquisitamente sensual.
Era la doncella más hermosa del valle, y sonriendo, lavó su cara en sus aguas besándolo en agradecimiento.
Desplegó seductoramente su nueva imagen por todo el valle,  y era tal su encanto, que los mozos la veían inalcanzable.
Acobardados se retiraban, abandonaban. Era demasiado para ellos. El amor no llegaba a su vida, y amargamente recordó el día en el que lo despreció.
Desconsolada recorría el valle arriba y abajo llamando a la Ondina. Pero esta, ya no apareció.
Sin darse cuenta, por donde caminaba iba hermoseando el paisaje. Lo preñaba de hermosos y variados colores: ocres de las hojas otoñales que caían aquí y allá, verdes de jugosas hojas perennes, violetas y azules de los lirios, amarillos de las margaritas y rojos de los majuelos. Surgían encinas, quejigos, cerezos de Santa Lucía, la orquídea abeja, espliego, jaras, álamos y zarzales, la lavanda y los zapatitos de la virgen. Los jilgueros la seguían, cantando a su alrededor.
La joven era y daba vida.
Poco a poco fue fundiéndose en tan magnífica naturaleza, se hizo eterna y hoy, es parte de ese maravilloso y protegido valle.
El valle del río Ungría en la preciosa Guadalajara

Mariano Álvarez
Otoño de 2014





martes, 14 de octubre de 2014

Dulces y jabones



La mirada de un niño es un lenguaje universal. ¿Os habéis fijado cómo miran las golosinas?, no hay palabras que expresen mejor lo que harían con ellas.

Recuerdo, en una feria de artesanía, que saqué este jabón junto a bálsamos de labios, barritas para masajes, exfoliantes …, todo con mucho colorido, el puesto se llenó de nenas con la vista pegada en ellos y sin atreverse a preguntar.

Una niña me llamó la atención, tenía diez años y se había acercado varias veces. Observaba los jabones como si fueran dulces, recogiéndose el pelo cuando inclinaba la cabeza buscando su olor, sin apenas rozarlos. A la tercera o cuarta vez que vino me preguntó el precio y al rato largo volvió con las manitas en cuenco llenas de monedas pequeñas. Quería dos jabones coloreados con flores. Su forma de interesarse, de observar y preguntar me encantó. Hacer jabones para niños y que sean ellos mismos los que te lo pidan es así de gratificante. Son las semillitas del futuro y hay que cuidarlos con lo mejor.

Le expliqué cómo los había pintado. Con pincel utilizando crema de jabón para dar color a los dibujos. Quería saber si eran de aceite de oliva, le dije que sí y que además llevaban argán, coco y cera de abeja. Mientras se lo contaba me dio la impresión que ya conocía el jabón natural, seguramente, en los pueblos la buena costumbre de hacer el jabón a mano aún no se ha perdido y esta niña, por sus preguntas, sabía de lo que le hablaba.











lunes, 29 de septiembre de 2014

Jabones de otoño

 


El dulce es el sabor del otoño. “Estación de las neblinas y de los dulces frutos". Ya me trajo las manzanas y membrillos para los macerados de temporada.

El año pasado no las deshidraté, recién cogidas las metí en aceite de oliva durante tres horas a temperatura baja (37º). Cuando la fruta es fresca prefiero un macerado rápido para evitar un posible deterioro del aceite, no suele pasar pero por si acaso. En esta ocasión las he secado en el deshidratador, las he troceado y dejado macerar durante treinta días aproximadamente.

Al jabón le adorné con flores secas de varios colores y mirad como quedó. El resultado lo esperaba, quería ese efecto. Son muy pocas las flores que aguantan su color durante la elaboración del jabón, la caléndula es una de ellas, su amarillo anaranjado queda intacto.

Manzanas y membrillos, aceite de oliva, caléndulas y lavandas, y un extracto, de naranja o pomelo, es mi elixir otoñal, para esos días que vendrán melancólicos.

  



Otoño, tiempo de pasear por el campo, de recolectar las últimas hierbas mágicas, de llenar la despensa, tiempo de libros, de lluvia tras el cristal y de café en compañía. Hagamos como los árboles, tiremos nuestras hojas muertas y dirijamos la energía hacia las raíces, crecer interiormente que es ahora el momento.


lunes, 15 de septiembre de 2014

Nutritiva de aceite de coco bio


Seguro que habéis hecho mantequilla alguna vez. Qué bueno cuando la nata empieza a convertirse en crema y va soltando las gotas de agua. Así quería la nutritiva, untuosa, balsámica y a la vez hidratante, salpicada de pequeños agujeros rellenos de gotitas de lavanda. Le puse hidrolato, aceites (uno de ellos, a ser posible, sólido), cera de abeja, extracto y/o aceite esencial. Casi comestible, muy saludable y con olor a coco auténtico, este aceite me hizo una crema que apetecía comerla, rica rica. (“No pongas en tu piel lo que no puedas comer”, idea algo extremista que a veces tengo en cuenta).
Si queréis hacer la crema tenéis que emulsionarla bien y guardarla un día en la nevera, la sacáis, removéis y ¡ya está!, se desprenderán las gotas de agua.

Le va muy bien el extracto de naranja pero le quedaba algunos días de maceración, así que le puse de pomelo que es igual de apetecible y nunca me falta en la despensa.












  

Y el otoño a las puertas


lunes, 1 de septiembre de 2014

Destilando lavanda





“Cuando miramos a una planta debemos verla como a una vieja prima lejana. Hace dos mil millones de años las plantas y los humanos evolucionaron de las mismas células”.

“Tendemos a pensar que somos los seres vivos más poderosos de la Tierra. Sin embargo, las plantas son las que una y otra vez establecen la agenda de la vida”.

Me vinieron estas frases a la cabeza mientras destilaba ¿Será verdad, como dicen, que “condicionan” o “manipulan” el entorno para su propio beneficio?  Su lenguaje, sin duda, es el más directo y efectivo: la seducción. Con sus frutos, aromas, formas y colores cautivan a cualquier animalito que esté dispuesto a esparcir sus semillas. Las orquídeas son un ejemplo claro, imitan el aspecto y el olor de las hembras de algunos insectos, estos hacen el trabajo de polinización y ellas les dan un poco de azúcar. ¿Saben las plantas lo que hacen? Desde luego sus fines o estrategias en la biología evolutiva la han cumplido con creces.

Mi caso también es muy claro, a cambio de su esencia las siembro, las abono, las riego, las podo, las mimo. Viven en un entorno precioso, en un valle, orientadas al sol. El agua es de montaña, sin tratar, no conocen la contaminación, ni saben de pesticidas ni abonos químicos, en fin, están felices y vaya si me lo agradecen.

A mediados o finales de julio, comienzo a recogerlas, más o menos cuando el 50 % de las flores están completamente abiertas. Si se retrasa el corte aparecerán las semillas y hará que disminuya el rendimiento. Las dejo orearse en la sombra un día, al siguiente les quito el tallo y destilo solo la flor. La destilación la hago en el jardín, es un olor muy intenso y en un lugar cerrado agobia bastante. El siguiente paso es separar el aceite del agua, yo me lo salto, congelo todo en bolsas para cubitos de hielo. Y a esperar a un jabón o a una crema.


Los tallos de la lavanda se aprovechan, hago manojos y los cuelgo en el gallinero, a ver si relajo a las gallinas…

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