lunes, 22 de mayo de 2017

Jabones de aceite de oliva virgen extra


-¿Éste aceite para hacer jabones?!!!!- me preguntaba la encargada de una cooperativa olivarera situada en las afueras de Jaén -¿y no lo haces con aceite usado?- Antes de que pudiera contestarle se adelantó uno de mis hermanos y le enseñó con su móvil (el mío es viejiiiiiísimo y no tengo internet) algunas de las fotografías del blog. Mientras se las mostraba le explicaba la mar de bien cómo es mi trabajo haciendo hincapié en los productos que utilizo. La chica ya nos miró con otra cara, sonrió y me pidió el favor de enviarle algún jabón que hiciera con su aceite. Del viaje a Jaén han pasado ya algunos meses y os puedo decir que mereció la pena desviarnos un poco de la ruta para comprarlo. Es excelente, fruta en estado puro, ligeramente amargo y picante con un color verde intenso indicativo de aceitunas con un grado de maduración corta, rica en clorofila, los tonos amarillos-dorados son de recolección tardía, tienen mayor cantidad de carotenos responsables del color y su sabor es más dulce. Clorofilas transformándose en carotenos, del verde menta al amarillo pálido, todo un abanico de colores para nuestros jabones sin necesidad de colorantes.

Yo no tengo preferencias por el color del aceite, compro el que me ofrezca mejor calidad-precio, aunque a veces sí que lo tengo en cuenta pues para sacar el crema o rosa suave necesito que sea amarillo pálido. Salvo esta excepción, me encanta cómo juega el jabón dándome tonos inesperados.

Mirad la foto, el jabón del centro, que parece que lleva dióxido de titanio (colorante blanco) pero no tiene, lo hice con un aceite de oliva virgen muy claro en tonalidades amarillas, los de los extremos, virgen extra, con el de Jaén. Todos llevan los mismos ingredientes, los mismos porcentajes y la misma elaboración lo único que cambia es el aceite (si os fijáis el de la izquierda tira más a verde que el de la derecha y es porque son de distinta cosecha)

Pero el color no nos debe influir si buscamos un aceite de calidad, solo es un indicativo de la cantidad de clorofila o caroteno que lleva, por esto los catadores profesionales utilizan copas de vidrio coloreado para que la tonalidad no afecte en su decisión a la hora de valorar el aceite. Y ¿cómo saber si es de calidad?

Es importante atender a criterios de producción, aquellos que se han obtenido mediante primera presión, con prensa hidráulica a menos de 27ºC, o extracción en frío por filtración o centrifugación de la pasta de aceitunas a la misma temperatura, son los de mayor calidad. El virgen extra no tiene defecto, pero cuando se le se detecta alguna falla de estabilidad pierde la palabra “extra”. También se diferencian en su grado de acidez: 0,8º como máximo para el virgen extra y 2,0º para el virgen.
El aceite de oliva, sin más, con los apellidos de suave o intenso, es una mezcla de aceites de oliva vírgenes con refinados a partir de aceites defectuosos (lampantes), obtenido en procesos químicos o térmicos, que ha perdido gran parte de los compuestos orgánicos y antioxidantes naturales presentes en los aceites de calidad superior.
Las categorías de estos aceites son: aceitunas verdes, en envero, maduras, caídas al suelo y podridas. El virgen extra englobaría a las tres primeras, el virgen se correspondería con la tercera y cuarta y el lampante con la cuarta y quinta.

Con esta información deberíamos tener claro qué aceite vamos a utilizar en nuestro consumo alimentario. Para el jabón, un aceite refinado no le va a ir mal, pero un virgen o extra virgen lo convierte en algo muy especial.







"Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino" - Charles Reade

Qué preciosas semillitas y qué hermoso verlas crecer. Deseando recoger lo que hemos sembrado

jueves, 4 de mayo de 2017

Cuenquitos para velas hechos con cera virgen y flores secas





Pensando qué podría hacer con toda la cera de abeja que me sobra, pregunté al buscador por alguna manualidad que empleara este material y encontré estos cuenquitos para velas rechulos, que además van adornados con flores secas, de las que tengo también sobreabastecimiento.

La manualidad consiste en rellenar un globo con agua tibia del grifo e introducirlo en cera fundida (se utiliza también parafina), cuentas unos segundos y lo sacas, despacio. Lo apoyas ligeramente en la encimera donde has puesto papel encerado (para dejar plana la base), esperas a que enfríe (en un minuto está) y lo vuelves a introducir en la cera, así cinco o seis veces. Finalmente dejamos el globo reposando sobre el papel y ya frío lo colocamos boca abajo en el fregadero para pincharlo.
Ahora toca nivelar la parte superior del cuenco. En una sartén caliente lo colocamos hacia abajo y derretimos los bordes hasta encontrar el nivel. 

Me sorprendió que un globo pudiera resistir la temperatura tan alta que coge la cera al fundirse y me vino a la cabeza la idea de que pudiera explotar, pero las explicaciones eran claras y el riesgo pequeño si se hacía correctamente. 
El primero me salió perfecto, el de la foto, el segundo explotó y me tiré un tiempito limpiando las salpicaduras. Conseguí hacer cuatro de siete intentos.

Acabé cansada pero contenta del resultado. Y con algunas conclusiones para otra próxima vez:

Primera: no sumergir el globo más arriba del nivel del agua.
Segunda: la cera no debe estar muy caliente.
Tercera: nivelar bien el globo cada vez que lo apoyemos sobre el papel para que no quede torcido.
Cuarta: el diámetro de la boca del cuenco no debe ser inferior a 10 cm., así no se corre el riesgo de que la vela pueda calentar los bordes.
Quinta: si estalla el globo dentro del recipiente con cera dejarlo tal cual y esperar a que enfríe. La cera se separará del agua y podremos recuperarla.
Sexta: las primeras veces, hasta que cojamos práctica, colocar el recipiente en el fregadero, si explota las salpicaduras no llegarán a la puerta de la cocina.

Estas deducciones que algunas venían bien explicadas en el manual, las novatas a veces las pasamos por alto, pero bueno, las suplimos con la perseverancia.

Los cuencos los adorné con flores secas pegadas con cola.