lunes, 27 de abril de 2015

Jabón de lavanda y manzanilla silvestre





Pastilla de jabón color crema pálido, forma rectangular, aspecto ceroso, aroma suave, ingredientes que respetan el medio ambiente (aceite de oliva macerado con manzanilla, aceite de coco e hidrolato de lavanda); elaborada con tiempo y dedicación. Es un jabón familiar, para niños y papás.

Tengo muchas razones para repetirme con este jabón y considerarlo como uno de los mejores, no quiero ocultar mis preferencias. Los hago y me gustan llamativos, con dibujos y colores, pero reunir sencillez y calidad en un jabón es lo que más aprecio.

Otras razones, pues porque cuida la piel como ninguno, por la sensación de limpieza, por su olor tan fresco, porque las flores de lavanda y manzanilla van a relajar a mamá y a tranquilizar a los niños y porque, en este caso, fue encargo del papá.








lunes, 20 de abril de 2015

El jabón y la pompa, primos en la sustancia


De un sencillo jabón brota tu aliento.
La esfera te da forma
y a una gota de aire haces prisionera.
Después de quitarle al arco iris
un poquito de belleza,
ya estás dispuesta.
Es entonces,
cuando cabalgando la más pequeña brisa,
te pones en movimiento.

Para elevarte,
¡Que hermosa naciste!
y aun siendo tu vuelo caótico
y tu existencia un suspiro,
despiertas tanta pasión entre los chiquillos
que con sus boquitas soplando
corren, corren y saltan tras de ti,
para mantenerte flotando.

Tus viajes suelen ser fugaces
y tus aéreas evoluciones
tienen tanta gracia,
que provocas el deseo de atraparte;
pero con una finta, escapas.
Tú fácilmente no te entregas.
Te camuflas entre tus compañeras.
Subes y subes, del peligro
de momento te alejas.

Sencilla y magnífica pompa,
cuando el Sol tu superficie baña,
tu prisionero se caldea,
se altera y dilata,
reventando tu frágil defensa.
En ese instante dejas de ser burbuja.

Mas, en el alma y la memoria
perdurarás siempre, como “la pompa”.
Intacta, volátil,
como un lucero
desprendido de los cielos.
Mágica; pero delicada y huidiza esfera.

En algún momento
contemplándote,
alguien se verá reflejado
en tu esférico espejo
y pensará estar en tu interior
acompañándote al firmamento,
en un imposible viaje de regreso.

No te aflijas pompa
por tu efímera vida,
porque pocas cosas han gozado
de tanta belleza y gloria,
y a las que hayan dedicado tantos halagos
y versos.

                                                                                      Mariano Álvarez

Hoy, esta simpática poesía comparte protagonismo con el jabón. Yo, recontenta de que sea para mí y de poder guardarla en este diario.
  
El jabón es de oliva macerado con diente de león, aceite de coco, argán, extracto de pomelo y aceite esencial de naranja. 




 



martes, 7 de abril de 2015

Cómo limpiar la cera virgen de abeja




Es interesante ver la geometría de una celda de panal. En la antigüedad ya comenzaron a hacer valoraciones referentes a la medida de los ángulos del rombo, llegando a la conclusión que las abejas hicieron el cálculo correcto y los matemáticos se equivocaron a la vez que quedaron maravillados de lo cerca que están estos insectos de la perfección ¿Instinto o inteligencia?, no sé, pero estoy segura de que la naturaleza nunca deja nada a la casualidad. Miel, polen, propóleos, cera y algo tan extraordinario como la polinización contribuyen a un intercambio entre el reino animal y vegetal admirable. Decía Albert Einstein que “si muere la abeja reina al ser humano le quedan 4 horas de vida”, cierto.

Qué fascinante su mundo y os hablaré de él en más de una ocasión, pero hoy va de “cursillo”, voy a contaros cómo se limpia la cera virgen cuando nos la traen directamente de las colmenas.

La cera de abeja es blanca en el momento de ser secretada, oscureciéndose a medida que pasa el tiempo debido a la incorporación y mezcla de polen, propóleos, mudas y restos anatómicos. No tiene buen aspecto, pero el olor es muy rico. Para quitarle las impurezas hay que mezclarla con agua y calentar a fuego lento, 60º-65º, hasta que se derrita. Luego la pasamos por un colador, se lleva de nuevo al fuego durante dos o tres minutos, se retira y se deja reposar. A medida que va enfriando la cera irá apareciendo en la superficie. Cuando esté formada la "torta" la sacamos del recipiente y raspamos las impurezas que queden en la base. No hay que esperar a que enfríe del todo pues nos será más difícil limpiarla. A veces hay que repetir el proceso, pero no es lo frecuente, una vez suele bastar. Cortamos en trozos no muy grandes y ya está lista para guardarla. Su conservación es buena y su caducidad casi que no tiene.

No me puede faltar en jabones y cremas. Como emulsionante natural la considero indispensable y la protección que ofrece a la piel para recuperar su hidratación es realmente buena. Esto que oímos a menudo: "cuanto más la uso más me gusta", pues es tan redicho como acertado, en mi caso no lo puede explicar mejor.