martes, 3 de abril de 2018

Jabón de girasol ecológico y cera de abeja



¿Os acordáis del jabón 100 % girasol? Sí, os hablé de él en la última entrada. Pues hace unos días me preguntó mi marido si quedaba alguno. Voy fatal de memoria y tantos le he dado que no sabía a cuál se refería. A la mañana siguiente me trajo el trocito, a punto de terminarse, guardado en la jabonera que deja en el gimnasio. De primeras no lo reconocí, pero al olerlo no tuve dudas, era el jabón de girasol.

Le dije que los había regalado todos y con voz de súplica exigente me pidió que lo volviera a hacer, -¡hace espuma como los de verdad!- (A los chicos les encanta envolverse en espuma).

Así que, de vueltas otra vez con el jabón, me propuse hacer una nueva intentona, con pequeños retoques para evitar ese olor rancio y esa textura tan blandita.

No lo pensé mucho, le puse un porcentaje muy pequeño de aceite de oliva y ¡a tope!, el máximo que admitía el jabón, de cera de abeja, todo lo demás girasol ecológico, puesta a probar…
Sin añadirle color para ver su tonalidad natural, con tanta cera subiría seguro dos o tres tonos, marfil o amarillo, estaba por ver.

Gelificó enseguida y al día siguiente, a las 24 horas, aún no había perdido todo el calor, pero estaba a punto para el corte. El sellado lo hice con la mínima presión, tenía un grado de dureza muy bueno. Y contentísima con el olor y la tonalidad vainilla. Un jabón bastante equilibrado para llevar porcentajes tan altos de aceite de girasol y cera de abeja.

Ya lo he probado y… es un gran jabón ¡el que mejor me deja el cabello!

Hasta hoy, dos meses después de cortarlo, guarda el olor de los aceites esenciales (manzanilla, lavanda y sándalo), cosa que me ha dejado gratamente sorprendida pues es raro que con esencias puras el jabón mantenga su aroma, intuyo que es por la cera de abeja.

Mi marido, pues, al no ser igual, se quejó -nunca me haces lo que te pido-, ¡pobre!, le cuesta superar lo de las burbujas.