lunes, 17 de junio de 2013

Jabones naturales de aceite de oliva macerado con vinca y diente de león

 
Una noche, cenando con unos amigos, nos comentaron que querían preparar alguna de las rutas del Camino de Santiago. Les preocupaba el calzado y el peso de la mochila. Veteranos y principiantes dudan a la hora de empezar a quitar peso y que no les falte nada.
 
Os lo cuento porque ellos me dieron la idea de esta entrada. Entre las poquitas cosas que decidieron llevar (no debían sobrepasar el 8 % del peso corporal, incluso menos) habían incluido mi jabón (el pequeño para el rostro que les iba a servir también para el cuerpo, cabello y si me apuráis para lavar las prendas pequeñas) y la crema. Unos 150 gr. para el aseo. No está mal.
 
Les aconsejé, siempre voy dando consejitos, que, aprovechando el viaje, se acostumbraran a cuidar la piel de esta forma tan sencilla y natural y con constancia y un poco de disciplina lo podrían consolidar como un buen hábito, justo el tiempo suficiente para que la disciplina se convierta en hábito y ya no cueste.
 
El jabón lleva aceite de oliva macerado con vinca y diente de león, argán, coco, palma y cera virgen. La crema tiene oliva macerado, argán, manteca de karité, cera y agua floral de romero y jara.
 
La vinca posee propiedades astringente y cicatrizante. Es muy utilizada tanto en la medicina tradicional como popular. En homeopatía se utiliza para eczemas supurantes aunque básicamente actúa a nivel circulatorio.
 
El diente de león se utiliza para las manchas en la piel. Os dejo la entrada donde podéis ver sus propiedades.
 

 


 
 Plantas de vinca y diente de león



 

lunes, 3 de junio de 2013

Jabón natural para la limpieza de casa

Fue el primer jabón que hice, por ningún motivo especial. Escuchaba a las mujeres del pueblo cómo, siguiendo la tradición (para ellas no existen términos de ecología, reciclaje o medio ambiente), aprovechaban el aceite usado. Me pareció una forma de ahorrar y consumir muy inteligente.

Pedí la receta aunque no estaba convencida de que me fuera a salir bien, lo veía complicado. Y bueno, aquello resultó un engrudo imposible de remover que ni siquiera podía echar en el molde. Desesperada lo tiré. No sabía dónde, me decidí por hacer un agujero en el jardín y enterrarlo, como es biodegradable me quedé tranquila.

Estuve un par de años sin retomar el tema. Volví a intentarlo y me salió lo suficientemente aceptable para continuar y llegar hasta aquí.

Lo que me llamó la atención del jabón, después de unos meses utilizándolo, es que mis manos, estropeadas porque no utilizo guantes, mejoraron muchísimo. Así, se hizo indispensable para la casa y, más tarde, jugando con fórmulas y aceites, para la higiene personal.





Veis que hay dos tipos de jabones, el que tiene aspecto granuloso es para lavadora, lleva percarbonato que blanquea y desodoriza la ropa. Hay que rallarlo. El otro es para el resto de la casa y prendas delicadas.
Aunque lo ideal es emplear aceite usado, podemos utilizarlo crudo, el más económico que encontremos. Su elaboración es parecida al jabón de cuerpo y no requiere gelificación, por lo que podemos usar cualquier molde, aunque es mejor que sea de silicona. Lo dejo curar apilado en las estanterías de la cocina o baño, a la vista, no sabéis cómo decora y qué olor deja, a heno.