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Es una delicia ver a un bebé dentro de la bañera. Esa carita que pone nada más entrar en el agua conteniendo la respiración, entre excitado y ansioso por empezar a patalear. Le encanta y es un momento muy especial para establecer contacto. Mas que la hora del baño es la hora de hablar con él. No entiende de higiene pero sí de comunicación y sensaciones. Nuestra voz le anuncia el alimento, el calor, el abrazo, la caricia; la identifica con los cuidados que le damos, así que si no estáis relajados, es mejor esperar un poco y aflojar la tensión, los pequeños son hipersensibles al estado emocional de sus
progenitores, parecen tener un radar especial para captar cómo se sienten y
contagiarse rápidamente de su condición anímica. Sentirse seguro es sentirse querido, y como papá y mamá le quieren radical e incondicionalmente esta experiencia infantil tan estupenda pasará a formar parte de su personalidad a través de la memoria.
Dejad la esponja, nada como la mano enjabonada de mamá o papá, así podréis introducir vuestros dedos entre los plieguecitos de su cuerpo, seguro que os va a sonreír.
Su piel es muy delicada, por lo que no hay que abusar de los jabones, a veces solo con unas gotitas de aceite esencial de lavanda o manzanilla en el agua es suficiente. Y luego un ligero masaje con un buen aceite de semilla, le relaja muchísimo.
Los ingredientes de este jabón son para piel muy sensible, oliva macerado con manzanilla y caléndula y aceite de almendras dulces que la suaviza y protege. Lleva agua floral de lavanda y aroma a limpio.
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